1 de diciembre de 2011

Lo de siempre.


Tengo el magnífico don de enamorarme de gilipollas como tú, de cerrarme y no pensar más que en una estúpida idea. Siento atracción por los que hacen daño, los ‘cambiachaquetas’ y los ‘cuernudos’. Me ciego con facilidad y me cuelgo del que está esperando en el despacho del director. Me va lo de desahogarme con la pared y llorar hasta que no tengo nada que liberar. Simplemente, es que me gusta que me rompan el corazón y después pagarlo contigo, con el anterior o con el siguiente gilipollas que me deja, que me miente o que le aburro. Así que espero que estés leyendo esto, porque no voy a volver a repetirlo. Piensas que eres algo importante porque yo estoy aquí pensando en ti. Te aclararé, entonces, que no, eres uno más de los que me he colgado, y nunca serás alguien especial en mi vida. Porque has hecho lo mismo que han hecho los demás. Así te dejo.

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